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Devorando libros con extra de libro

[artículo publicado originalmente el 27 de abril de 2012 en el extinto blog Lecturas en femenino dependiente de la plataforma Libros.com. Pincha aquí si quieres consultarlo completo]


Hoy, como traca final del 23 de abril, queremos hacer las delicias de las fanáticas y fanáticos del mundo del libro al hablaros de aquellos relatos escritos por mujeres, para jóvenes y mayores, que se sumergen en los misterios de la lectura y de las gentes que tratan con ella: lector@s, librer@s, bibliotecari@s… lo que equivale a decir que la Bibliotecaria Maleducada ha estado en su salsa toda la semana mientras recopilaba los títulos para redactarla.

Quienes leemos como si con ello tuviéramos en nuestro poder un arma de destrucción masiva que nos hiciera intocables nos gusta vernos reflejados de vez en cuando en esos mismas historias que caen en nuestras garras, identificarnos con personajes que matarían por proteger un libro, reírnos entre dientes de nuestras pequeñas debilidades inconfesables, mandando la dieta de la celulosa a hacer gárgaras y devorando una ración con extra de libro.

Podríamos empezar con 84 Charing Cross Road, de Helene Hanff, una pequeña joya que recoge la correspondencia que mantienen a lo largo de varias décadas una excéntrica escritora neoyorquina y un librero de Londres que trata de satisfacer sus extravagantes y complicadas demandas.

Continuaríamos con El Cuento Número Trece, de Diane Setterfield, una novela de misterio que relata lo que ocurre cuando una vieja escritora acostumbrada a mentir y una joven librera empeñada en saber la verdad se encuentran.

Otra historia curiosa es la de Dewey Lee Más Libros, el gato bibliotecario más famoso del mundo, narrada por la bibliotecaria que lo recogió, Vicki Myron: en una noche fría Vicki, bibliotecaria de un pequeño pueblecito de Estados Unidos, decide acoger a un gatito diminuto que alguien abandonó en el buzón de devolución de libros de la biblioteca. Desde entonces, el animalito (bautizado Dewey Lee Más Libros en honor a un célebre bibliotecario, como no podía ser de otro modo), se convierte en indispensable para el funcionamiento de la biblioteca y para la vida de empleados y usuarios de la misma.

En Los guardianes del libro, por su parte, Geraldine Brooks aborda el tema de lo peligrosa que puede ser la bibliofilia: Hanna, una joven bibliófila, se traslada a Sarajevo para restaurar un valioso libro, tras lo que comienza a vislumbrar que tratar con ese libro puede poner en riesgo su vida y la de otras personas, como la del también joven bibliotecario Ozren Karamen.

Volviendo a ambientes menos temerarios, en Signatura 400, Sophie Divry que, desde la anónima voz de una bibliotecaria neurótica y desencantada con la vida, da cuentas del día a día en una soledad mitigada por la fuerza consoladora de la literatura y las sorpresas que, de vez en cuando, le producen los buenos lectores que visitan la biblioteca.

Rompiendo fronteras, Asne Seierstad nos invita a visitar Afganistán para encontrarnos allí con El librero de Kabul, un hombre capaz de cualquier cosa para seguir adelante con un negocio tan problemático en su país y nos describe desde dentro una sociedad tan fascinante y contradictoria como la afgana.

De nuevo en Occidente, encontramos La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey, de Mary Ann Schafer y Annie Barrows. En este volumen, las autoras, tía y sobrina que han ejercido de libreras, de bibliotecarias y de editoras, escriben una novela epistolar con evidente acento británico donde se nos describe una galería de personajes profundamente peculiares, todos amantes de la literatura, que intentan sobrellevar la ocupación nazi organizando reuniones de lectura sobre novelas clásicas, alrededor de un pastel de patata.

Y de norte a sur de Europa nos trasladamos a Italia para conocer a Giulia Alberico, hija de una maestra rural a la que acompañó por diferentes pueblos y escuelas, que en Los libros son tímidos nos habla de su amor por los libros, descubriéndonos la autobiografía de una lectora a través de los títulos que la han acompañado desde que era niña y adolescente (en la Italia de los años 50 y 60), hasta el día de hoy.

Retomamos el universo de las librerías de la mano de Penelope Fitzgerald con un relato titulado precisamente La librería, que nos cuenta las peripecias de Florence Green para lograr que en un pequeño pueblo, en 1959, triunfe esa librería que ha decidido abrir para extrañeza e incluso resistencia de los habitantes del lugar.

Para ir cerrando el menú nada mejor que hacerlo con Lo mejor que le puede pasar a una agente literaria, de Debra Ginsberg, donde se nos presenta a la fanática de la literatura Angel Robinson, que debe buscar un nuevo empleo cuando la librería en la que trabajaba echa el cierre. Gracias a un anuncio que le enseña su novio, un escritor en ciernes, Angel empieza a trabajar poco después como ayudante de una famosa agente literaria, donde, además de verse obligada a demostrar día a día su valía, debe desentrañar un misterio: llega a sus manos el primer capítulo de un extraño manuscrito que parece recrear episodios reales de su propia vida.

De postre, una pizquita de ciencia ficción con Los lectores del país de las aceitunas, de Christine Aziz, novela ambientada en 2300, un futuro aterrador donde los países han sido sustituidos por las multinacionales y los ciudadanos han pasado a ser meros empleados de un mecanismo de producción infernal. Los libros y todo atisbo de cultura han desaparecido y cada zona del mundo se dedica a un sector concreto de la producción bajo el mando de la Federación de compañías. En una incursión al País de las Aceitunas, los soldados del País del Agua se llevan a Hephzibah, que ha seducido a uno de los soldados y que no ha dudado en asesinar a su mujer. La hermana de Hephzibah, Jephzat entrará entonces en contacto con Homer, vinculado a un grupo de insurgentes dispuestos a rebelarse contra el orden establecido. Con ellos, Jephzat conocerá los libros y desarrollara sus ansias de justicia y libertad.

No está mal acabar con un alegato a favor de la literatura como alimento de un pensamiento libre, ¿no estáis de acuerdo? Por cierto que tanto libro ha abierto mi apetito. Os dejo, mis maleducad@s lector@s, no sin antes recomendaros el menú infantil y juvenil y las tapas y pinchos: me voy a dar un atracón… con extra de libro. ¡Ñam ñam!

Menú infantil y juvenil

  • ¡No me gusta leer! (Rita Marshall)
  • ¿Dónde está el libro de Clara? (Lisa Campbell Ernst)
  • A sopa de letras (Amaia Crespo)
  • El libro favorito de Carlitos (Julia Donaldson)
  • El misterio de las letras perdidas (Alicia Barberis)
  • El mono que quería leer (Norma Struniol)
  • El secuestro de la bibliotecaria (Margaret Mahy)
  • El tesoro del hada (Gwyneth Rees)
  • Guillermo, ratón de biblioteca (Asun Balzola)
  • La aventura peligrosa de una vocal presuntuosa (Angelina Gatell)
  • La bibliotecaria de Basora: una historia real de Iraq (Jeanette Winter)
  • La niña que odiaba los libros (Manjusha Pawagi)
  • La señora de los libros (Heather Henson)
  • León de biblioteca (Michelle Knudsen)
  • Lleva un libro en la maleta (Virginia Read Escobal)
  • Magia en el libro (Nina Bernstein)
  • Otto, el oso de libro (Katie Cleminson)
  • Saga Mundo de Tinta (Cornelia Funke)
  • Soños de andel (Susana Lamela)
  • Temores (Anne Fine)
  • Un regalo para Kilo (Luisa Villar Liébana)

Tapas y pinchos:

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¿Dónde empieza y dónde acaba el libro?
Autor: Pulo. Licencia: CC BY-NC-ND 2.5 ES
Fuente: Blog «Los cuatro elementos»

Un grito de dezespero

[artículo publicado originalmente el 20 de abril de 2012 en el extinto blog Lecturas en femenino dependiente de la plataforma Libros.com. Pincha aquí si quieres consultarlo completo]


No, el título no contiene ninguna errata: está escrito en judeo-español, la lengua que hablaban los judí@s que residían en el Reino de Castilla (sefardíes) en 1492, y que fueron obligados, mediante el Edicto de Granada, y en años subsiguientes en el resto de la Península, a convertirse al catolicismo o abandonar el país en un corto plazo de tiempo. A pesar de todo, una parte de est@s judí@s siguieron llevando a Sefarad (España) en su corazón, e identificándola con la Tierra Prometida, hasta el punto de que hoy todavía podemos escuchar hablar judeo-español en pequeñas comunidades judías.

Ayer, 19 de abril, algun@s de ell@s estarían en Israel, donde se ha conmemorado el Yom Hashoah (Día del Holocausto), motivo por el que han sonado las sirenas aéreas durante dos minutos, como «un grito de dezespero«, y los corazones se han retorcido entre el desgarro del pasado y el latido del presente. El sonido vibrante y monótono hace llover sobre Israel el silencio de las víctimas inocentes de la Shoah, el gran Holocausto que sacudió principalmente al pueblo judío, conduciéndolo a un exterminio planificado e inhumano, de colosales dimensiones, que buscaba herirlo de muerte. Otro año más, las banderas han ondeado su luto a media asta, mientras las sirenas sonaban. Y comprendo que rompen el silencio para hacer que en los corazones, más allá del pasado y del presente, sople un futuro sin miedo.

Yo estuve allí, en Birkenau, en Auschwitz, pisé esos caminos de grava, toque las paredes de ladrillo cocido, me ahogué en las salas que hablaban de los que entraron para nunca más salir, y me dejé atropellar en las vías de los trenes que arrastraban gente, con sus vidas desgajadas como pétalos, como si fuera ganado. Dicen que quien olvida el pasado está condenado a repetirlo: yo no olvido.

Por eso, hoy, un día después de que en Israel recordaran a todas las víctimas de la barbarie nazi, os propongo que vosotr@s tampoco olvidéis. Contra el olvido, la mejor medicina es la literatura.

Me acuerdo de ti, aunque nadie se acuerde de tu nombre. Me acuerdo de tu familia y de aquellos a quienes llamabas amigo y amiga. Aunque no sé todos tus nombres. Bruno, Jura, Ilse, Janusz, Max, Heinz, Milena, Johannes, Auguste, Jizchak, Benno, Noor, Margot, Elkan, Moisés, Otto, Vera, Susanne, Víktor, Herbert, Maximiliano, Alma, Fritz, Else, Gertrud, Adam, Yolande, Erich, Anton, Victor, Walter, Hans, Daniël, Rutka, Olga, Dietrich, Petr, Arno, Selma, Erich, Karl, Abraham, Titus, Felix, Sim, Mafalda, Richard, Hanneli, Helga, Vladislav, Karel, Ruth, Paul, Sándor, Grete, Jean, Erwin, Rudolf, Peter, Herschel, Robert, Ottilie, Pavel, Henriette, Eleuterio, Julius, Hermann, Tadeusz, Helmut, David, Albrecht, Georg, Etty, Theodor, Gustav, Magda, Jakob, Mordejach, Anneliese, Ester, Liana, Helga, Irène… Anneliese, Ester, Liana, Helga e Irène. Ana Frank, Etty Hillesum, Liana Millu, Helga Deen e Irène Némirovsky: mujeres que vivieron el horror en primera persona y dieron testimonio de él a toda la Humanidad a través de sus textos, y no nos referimos sólo a las condiciones genocidas de los campos de concentración y exterminio (ya que en general fallecieron sin tener ocasión de relatarlas) sino también a las humillaciones, vejaciones y temores que pasaron antes de ser deportadas a ellos.

Nos han legado sus diarios (Ana Frank, Etty Hillesum, Helga Deen…), sus relatos (Liana Millu), o sus novelas (Irène Némirovsky).

–> Diario de Ana Frank: Tras la invasión de Holanda, los Frank, comerciantes judíos alemanes emigrados a Ámsterdam en 1933, se ocultaron de la GESTAPO en una buhardilla anexa al edificio donde el padre de Ana tenía sus oficinas. Eran ocho personas y permanecieron recluidas desde junio de 1942 hasta agosto de 1944, fecha en que fueron detenidos y enviados a campos de concentración. [Fuente: Lecturalia]

–> Diario de Etty Hillesum: Tras haber vivido el cerco cada vez más asfixiante y opresivo del nazismo, Etty (con 27 años) y su familia, negándose a vivir escondidos, se entregan a las SS y son deportados a Auschwitz. Su testimonio relata una sobrecogedora fe en las personas y la esperanza de que, a pesar del horror, siempre habría alguien que esperaría su regreso. [Fuente: Casa del Libro]

–> Diario de Helga Deen: Kamp Vught: A la edad de 18 años, la joven cuenta en el libro, dirigido a su amigo Kees van den Berg, las sesiones antipiojos, las deportaciones de niños y cómo la desesperación se adueña de su ánimo tras la salida de 1.300 niños hacia Auschwitz y Sobibor. [Fuente: El País]

–> El humo de Birkenau. Liana Millu: seis relatos descarnados sobre las condiciones extremas de vida en los campos de concentración y exterminio nazis, donde se percibe que, si esto es posible, la supervivencia de las mujeres prisioneras era doblemente difícil. [Fuente: Acantilado]

–> Suite francesa. Irène Némirovski: el relato se inicia en París los días previos a la invasión alemana, en un clima de incertidumbre e incredulidad. Enseguida, tras las primeras bombas, miles de familias se lanzan a las carreteras en coche, en bicicleta o a pie. A medida que los alemanes van tomando posesión del país, se vislumbra un desmoronamiento del orden social imperante y el nacimiento de una nueva época. [Fuente: Lecturalia]

Otras escritoras que fueron víctimas del nazismo y acabaron muriendo en campos de concentración y exterminio fueron Milena Jesenská, Else Feldman, Selma Meerbaum-Eisinger, Else Ury, o Edith Stein (Santa Teresa Benedictina de la Cruz).

Para saber más:

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Padecer el 1 de abril por haber defendido el 14

[artículo publicado originalmente el 13 de abril de 2012 en el extinto blog Lecturas en femenino dependiente de la plataforma Libros.com. Pincha aquí si quieres consultarlo completo]


[*Nota: Vamos a tratar el espinoso asunto de la guerra; por eso, antes de nada, desde Maleducadas nos amparamos bajo una de las más bellas citas humanas (acuñada en este caso por el Mahatma Gandhi) para reflejar nuestra opinión al respecto: No hay camino para la paz: la paz es el camino.]

Mañana se celebra el aniversario de la proclamación de la II República Española, que tuvo lugar el 14 de abril de 1931.

Tras pasar por un quinquenio democrático fulgurante, donde se dieron cita grandes iniciativas y adelantos junto con revueltas y conflictos, una parte del ejército considera que debe tomar cartas en el asunto y tiene lugar la sublevación militar de julio de 1936 que da comienzo a la Guerra Civil.

El 1 de abril de 1939, con un balance de más de un millón de personas muertas* y el exilio, persecución o encarcelación de miles de españoles y españolas (incluidas escritoras, como Rosa Chacel), se firma el último parte de guerra que desemboca en la dictadura franquista, que no se desplomará hasta noviembre de 1975, tras la muerte de Franco.

Ese período trágico de Guerra Civil que retrasó durante décadas las aspiraciones democráticas de España aparece reflejado en muchos relatos y novelas escritos por mujeres. En Sol de Inverno, por ejemplo, que analizamos en nuestro club de lectura, Alfredo, el padre de Inverno, asevera que «Nós, os que marchamos somos a mellor xeración que houbo neste país» [Nosotros, los que nos vamos, somos la mejor generación que ha dado este país] (p. 178), como un eco del fúnebre pensamiento de que siempre se van los mejores.

Abril pasó de ser el mes de la ilusión a ser el del desencanto (permitidnos el eufemismo) para much@s español@s.

Hoy, con la vista puesta en este aniversario, hablamos de la Guerra para no olvidar que tod@s perdimos con ella (exceptuando a los mandamases de siempre) y recordar a quienes la padecieron por haber defendido lo que se proclamó cierto 14 de abril: que España era una república democrática.

Para conocer literariamente la guerra que acabó abruptamente con la II República Española, te ofrecemos un pequeño listado de títulos firmados por mujeres:

1. ANEIROS, Rosa. Sol de Inverno (en gallego): Inverno es la protagonista de un largo exilio que la llevará de su aldea natal en Galicia a Barcelona tras el estallido de la Guerra Civil, y de ahí a Cuba pasando por Francia y México.

2. CHACÓN, Dulce. La voz dormida: la novela da comienzo inmediatamente después de la Guerra civil, en la madrileña cárcel de mujeres de Las Ventas, y los hechos narrados se prolongarán hasta 1963.

3. DÍAZ GARRIDO, Carmen. Los años únicos: el subtítulo explica muy bien la trama: Las andanzas de una niña en el Madrid rojo (téngase en cuenta su fecha de publicación, 1973, todavía bajo la dictadura). Sobre la autora, pocos datos, excepto que se trataba de una «esposa feliz y madre de familia numerosa», según cuenta en el prólogo del libro Rafael García Serrano.

4. DUEÑAS, María. El tiempo entre costuras: Sira Quiroga se embarca en un viaje incierto siguiendo el amor. Con esa excusa se nos invita a recorrer una parte de la historia europea, desde la España colonial a los entresijos relacionados con el espionaje en la Guerra Civil española.

5. ESPINA, Concha. Las alas invencibles; La retaguardia. En ambas novelas, las protagonistas son novias que, separadas de sus amados, padecen el terror rojo en una Cantabria que permanecerá bajo control republicano hasta finales de agosto de 1937.

6. GRANDES, Almudena. El corazón helado: En febrero de 2005 dos personajes inician un recorrido hacia el pasado a través de la memoria familiar que los trasladará hacia los duros días de la Guerra civil, donde unos caen en el exilio francés y otros se alzan amasando fortuna y riqueza.

7. GRANDES, Almudena. Inés y la alegría: En 1944, en Cataluña, Inés vive recluida en casa de su hermano falangista por haber apoyado a la República durante la Guerra civil. Un día, capta en la radio una frecuencia clandestina que mantiene un grupo de la Resistencia que proyecta reconquistar España.

8. MAYORAL, Marina. Tristes armas: este relato juvenil narra las peripecias de las hermanas Rosa y Harmonía, cuyos padres las embarcan rumbo a Rusia junto con otros niños, para ahorrarles las penurias de la Guerra.

9. NAVARRO, Julia. Dime quién soy: Un periodista recibe el encargo de rescatar del olvido la vida de su bisabuela Amalia, una mujer de la que sólo sabe que abandonó a su marido y a su hijo poco antes de que empezara la Guerra civil.

10. VIEJO, Teresa. La memoria del agua: un balneario de aguas termales inaugurado en el siglo XIX es el escenario de dos muertes violentas que presagian un futuro escabroso para el lugar: convertirse durante la época de la Guerra civil en un psiquiátrico tétrico y terrible.

También puedes hacerte con una antología de relatos, Partes de guerra (RBA, 2009), seleccionados por Ignacio Martínez de Pisón. Algunos de esos relatos están firmados por conocidas escritoras, como Ana María Matute o Mercè Rodoreda.

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Milicianas republicanas haciendo un descanso en los combates en el verano de 1936. Atribución: Bundesarchiv, Bild 146-1968-048-15. Licencia: CC-BY-SA 3.0. Fuente: Wikimedia Commons.

[*Por consejo de mi siempre puntillosa Bibliotecaria Maleducada, he de confesar que cité de memoria las cifras, y son pocas las fuentes que las estiman tan elevadas; la mayoría hablan de alrededor de entre 500.000 y 600.000 personas fallecidas, como la Wikipedia; aunque en casos extremos como las cifras que baraja, por ejemplo, Pío Moa, ese número sería incluso considerablemente inferior. Mea culpa. (anotación: 20-04-2012)]

Para saber más:

Escritoras: del papel a la pantalla

[artículo publicado originalmente el 6 de abril de 2012 en el extinto blog Lecturas en femenino dependiente de la plataforma Libros.com. Pincha aquí si quieres consultarlo completo]


Hoy estamos en Semana Santa, concretamente en uno de sus días claves, el Viernes Santo; es posible que haciendo zapping encontremos que en la televisión estén echando la película La pasión de Cristo dirigida por el controvertido Mel Gibson, pero lo que poca gente sabe es que muchas de las escenas de la película están inspiradas por la obra de carácter religioso escrita por una mujer, la beata Ana Catalina Emmerick, titulada de modo poco original La dolorosa pasión de nuestro Señor Jesucristo (La amarga pasión… según algunas versiones). Y es que es habitual encontrar que detrás de las películas hay un libro.

La literatura es considerada, con todo el bagaje de siglos que tiene a sus espaldas, una de las seis artes clásicas. A finales del siglo XIX, nace un séptimo arte que hará las delicias de todos los públicos: el cine. Desde sus orígenes, éste estará muy ligado a la literatura, bebiendo de ella para montar tramas y argumentos y definir ambientes y personajes. Las adaptaciones pueden ser de distintos grados: en algunas películas buscan acercarse lo más fielmente posible a la obra original, con mayor o menor fortuna; en otras se introducen otros enfoques y perspectivas, surgen elementos nuevos en la narración o simplemente a partir de lo esencial de la obra primigenia desarrollan una nueva historia. Por supuesto, son muchas las obras literarias elegidas para su ser adaptadas en el cine, y muchas de ellas han sido escritas por mujeres.

Para que disfrutéis si lo deseáis de una jornada literaria de cine en clave femenina, aquí tenéis una clasificación de adaptaciones de la obra de escritoras desde el papel a la pantalla:

  • Literatura juvenil: los taquillazos más sonoros de adaptaciones femeninas al cine son los protagonizados por las sagas literarias fantásticas pensadas para adolescentes, como las películas de Harry Potter (J.K. Rowling), con sus estudiantes de magia, o la tetralogía Crepúsculo (Stephenie Meyer), con los vampiros y hombres lobo más tentadores del momento (aunque en temas vampíricos es Anne Rice, con ejemplos como Entrevista con el vampiro, la que se lleva el gato al agua en esto de adaptaciones de escritoras) o la más reciente Los juegos del hambre (Suzanne Collins), donde unos adolescentes son «invitados» a participar en un espectáculo anual televisivo y mortífero.
  • Literatura policíaca: para muertes y asesinatos nada mejor que las novelas de Agatha Christie, un auténtico filón para la industria del cine: Jane Marple y Hercule Poirot pasaron por la pantalla en numerosas ocasiones. También hemos podido disfrutar en la pequeña pantalla de las aventuras policíacas de Petra Delicado y su colaborador Fermín (interpretados por Ana Belén y Santiago Segura), personajes creados por Alicia Giménez Bartlett.
  • Literatura clásica: También los clásicos (esos de cuando aún no existía el cine o estaba todavía en ciernes) han tenido su hueco en la pantalla. Así, el laureado director Alfred Hitchcock elevó a la cumbre del cine a Rebeca, la recomendable novela de la británica Daphne du Maurier, junto a otras invenciones de idéntica autoría como Los pájaros, Jamaica Inn (La posada de Jamaica) o Mi prima Raquel (ésta última dirigida por Henry Koster). L@s niñ@s también han tenido su cacho de pastel cinematográfico con la adaptación (o adaptaciones) de clásicos como el de la famosa novelita Heidi, de la suiza Johanna Spyri, que, si bien, fue interpretada por personas reales varias veces, ha batido récords de difusión y fama gracias a la versión animada japonesa de las aventuras (y desventuras) del entrañable personaje. En España, los ejemplos de adaptaciones de clásicos tienen su mayor exponente en series de televisión como Los pazos de Ulloa, basada en la novela homónima y en La Madre Naturaleza, de la escritora gallega Emilia Pardo Bazán.
  • Literatura contemporánea: Desde luego, son innumerables los ejemplos que no hemos podido encuadrar en ninguno de los párrafos anteriores, y por citar alguno es conocido el caso, al haber sido llevada al cine por el famoso Steven Spielberg, de El color púrpura, obra epistolar de Alice Walker. También escritoras galardonadas con premios como el Nobel pueden decir que sus libros han cobrado vida en la pantalla; verbigracia, la británica Doris Lessing pudo ver la adaptación de su primera obra, Canta la hierba, que se estrenó hace pocos años bajo el título Una mujer en África. Otro género contemporáneo que a los directores y a las directoras de cine les gusta mucho adaptar últimamente es el cómic o novela gráfica (como suele denominarse ahora tal vez algo eufemísticamente, como si cómic fuera un término peyorativo). Ejemplos de ello en femenino tenemos, entre otros, el de Persépolis, de la iraní Marjane Satrapi, o el de Estados alterados, adaptación de las tiras cómicas de la argentina Maitena.

Y ahora, ¿qué me decís? ¿Creéis ya que detrás de toda gran película hay una gran mujer? ¿Qué libro escrito por una mujer os gustaría ver en el cine?

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Hacia mundos fantásticos

[artículo publicado originalmente el 30 de marzo de 2012 en el extinto blog Lecturas en femenino dependiente de la plataforma Libros.com. Pincha aquí si quieres consultarlo completo]


¿Te gustaría acercarte conmigo a los mundos imaginarios que pueblan la literatura juvenil española escrita por mujeres? He planificado un viaje para recorrer algunos de ellos. Para internarnos en esos parajes misteriosos debemos atravesar el mar de bruma. El mar de bruma es la frontera entre la realidad y la fantasía, y hoy, aquí y ahora, voy a cruzarlo en mi vieja e imaginaria barca de remos hasta llegar a la orilla española. Empiezo el viaje de mano del emblema de la fantasía juvenil del país: la escritora Laura Gallego García. ¿Quieres venir conmigo?

Primera parada: Idhún, con Laura Gallego García

Lo primero que me sorprende al llegar es observar las tres lunas y tres soles que cruzan los cielos de Idhún a lo largo de la noche y el día, y descubro un gran mundo de rica geografía poblado por seres fabulosos: Nanhai, la región helada del Norte, protegida por la cordillera conocida como El Anillo de Hielo; el Reino Oceánico, donde moran inteligentes criaturas anfibias; Derhbad, cubierto de grandes bosques, como el de Awa o Trak-ban, y las lagunas Ojos de Neliam; Nandelt, la tierra de los cinco reinos humanos y de los bárbaros Shur-Ikail; Celestia, sembrada de bellas ciudades; Drackwen, un territorio misterioso en cuyo corazón, Alis Lithban, viven criaturas mágicas; Raden, zona pantanosa; Awinor, un lugar muy ligado al gran desierto de Kash-Tar… Y además de eso visitamos Torres de Magos, casas en el límite de mundos, y un mundo oscuro, Umadhun, habitado por las poderosas serpientes aladas…

(Descúbrelo en la saga Memorias de Idhún, cuyo primer libro es La Resistencia)

Segunda parada: Draguilia, con Lucía González Lavado

Llegamos al planeta Draguilia, que está ubicado dentro de la galaxia de Meira. Sus habitantes han caído en las garras de la oscuridad, pero saben que la esperanza está en camino cuando, durante el año del dragón, se alzan en el cielo nocturno las cuatro lunas que lo orbitan, incluida la más especial de todas: La Oculta.

(Descúbrelo en la saga Hijos del dragón, cuyo primer libro es Revelación)

Tercera parada: Nueva Esmeralda, con Carmen Pacheco

Desembarcamos en Nueva Esmeralda, que es una colonia de Oz (fuera ambigüedades: no nos referimos al fantástico mundo de Dorothy, el espantapájaros, el león, el hombre de hojalata, el mago y la bruja del Oeste, sino al Planeta Oz), donde se han restaurado las relaciones sociales y el modo de vida victorianos, llena de mansiones e invitaciones para tomar el té y resolver asesinatos.

(Descúbrelo en el libro Misterioso asesinato en Oz)

Cuarta parada: La Linde, con Isabel Hierro (y Javi Araguz)

¡Qué mareo sentimos! Resulta que el lugar en el que estamos ahora, La Linde, es un planeta convulso y hostil, donde fuera de los límites seguros montañas y valles cambian de sitio a diario. Tan sólo los errantes conocen y transitan los caminos inmutables conocidos como La Quietud.

(Descúbrelo en el libro La estrella)

Quinta parada: If, con Ana Alonso (y Javier Pelegrín)

Nos adentramos en el misterioso reino de If, un lugar donde conviven seres humanos y mágicos, lo que le confiere un poderoso e importante estatus respecto al resto de los reinos, de los que está separado por el Mar de las Visiones y con los cuales no mantiene relaciones diplomáticas, por lo que no se conoce mucho de If, excepto algún detalle, como que en él se erige una invisible torre laberíntica. Por eso todos se asombran del compromiso entre el heredero de If, niño todavía, con la princesa del humilde y empobrecido reino de Kildar.

(Descúbrelo en el libro El secreto de If)

Sexta parada: Aldaria y Erigia, con Susana Eevee

Pisamos un territorio en conflicto: Aldaria y Erigia son dos reinos vecinos y antagónicos (podrían simbolizarse con el yin-yang: en el primero el bien es moneda de cambio, mientras que en el segundo la maldad alimenta a sus habitantes); naturalmente, están enfrentados en una guerra interminable.

(Descúbrelo en el libro Dos coronas)

Séptima parada: Ïalanthilïan, con Bárbara G. Rivero

Como si una corriente misteriosa hubiera guiado nuestra barquita, hemos llegado a Ïalanthilïan, más conocido entre los humanos como Faerïe: es un universo poblado por modernas hadas dividido en varios reinos, como Solarïe, el reino de los cinco soles, con ciudades de arquitectura fantástica recubierta de brillos y oros, donde se oculta la cordillera de las shilayas; Lunarïe, el reino de la noche, envuelto en brumas, misterios e intrigas, además de albergar el animado bosque de los duendes; Aerïe, el reino etéreo del aire, donde los vientos campan a sus anchas levantando flotas de barcos voladores; Aquarïe, el reino acuático, cerrado desde hace milenios al resto de Ïalanthilïan; y el reino blanco, donde siempre es invierno, que gobierna sobre todos los demás bajo la mano de la implacable reina Maeve, que ama el orden y se altera ante cambios como el que produciría el retorno de antiguos reinos de hadas que, al parecer, según se cotillea, en un pasado muy muy lejano acabaron sepultados como castigo por una gran traición.

Ïalanthilïan2.png

Emblema de Ïalanthilïan, más conocido como Reino de Faerïe. [Fuente]

(Descúbrelo en la saga Laila Winter, cuyo primer libro es Laila Winter y las arenas de Solarïe)

Reconozco que ya me duelen los brazos de tanto remar de mundo en mundo. ¿No os apetece tomarme el relevo? Mientras, me voy a sentar un rato en Deseos de Nur, la mejor pastelería de Solandis, capital de Solarïe, que sirve exquisitos pasteles de hojas doradas y deliciosos batidos de bayas azules y margaritas. Mmm… Ya me contaréis qué os ha parecido el viaje. ¡Buen regreso!

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El juego de la poesía

[artículo publicado originalmente el 23 de marzo de 2012 en el extinto blog Lecturas en femenino dependiente de la plataforma Libros.com. Pincha aquí si quieres consultarlo completo]


Imagina un género literario que descuartice palabras, que les haga masticar nuevos significados, que vista las letras de luto o que les ponga alas y las eche a volar como si fueran gorriones. Imagina un vacío enorme donde las frases se estrellan, y un tazón rebosante de sopa de letras donde en cada cucharada descubrimos oraciones sin sentido que acaban alimentándonos. Y ahora viene lo mejor: ¡ese género ya existe! Se llama poesía.

Ya en alguna otra ocasión hemos hablado aquí de poesía, en aquel caso como vehículo para hacer rodar juntos el amor y el desamor, a pocos días del 14 de febrero. Esta semana retomamos el arte de hacer vibrar versos en el papel para recordar que este 21 de marzo se conmemoró el Día de la Poesía.

No toda la gente aprecia la poesía, posiblemente porque se acercan a ella con prejuicios y precauciones. Es algo demasiado libre y demasiado múltiple para entenderla. Pero, ¿quién ha dicho que hay que entenderla? Si ni siquiera puedo entender los discursos de Nochebuena del rey, no voy a pretender entender los versos que buscan hurgar en lo hondo y caminar siempre un paso más allá (algo que pese a la opinión de algunos críticos –como José Luis García Martín, que afirma detestar «la poesía femenina»– sí puedes encontrar en la buena poesía escrita por mujeres). Pero aunque no la entienda sí puedo dejarme acompañar por su sonoridad, envolver por su ritmo y embrujar por sus palabras. Y quizá tras pasearme por los versos de algunas poetas descubriré que yo también he hurgado en lo hondo y caminado un paso más allá. No infravaloréis la poesía antes de haberos perdido en ella. En este juego gana quien antes (se) pierde. ¿Quieres jugar con la poesía?

En la partida de hoy tenemos tres invitadas de lujo: ¿eres capaz de adivinar de qué hablan sus versos?

1. Matilde Camus

En el azul sereno de tus ojos,

con ocho años de luz y de inocencia,

tu profunda sorpresa se hizo Ciencia

al creer eran bueyes pelirrojos.

(…)

La sinrazón, puesta en razón, os niega

este prodigio vivo, que ha nacido,

de escultura y color. Arte curtido

en la capilla de esa gruta ciega.

2. Rosa Lentini

En el interior de la montaña de arena, y tras subir los escalones de la escalera de metal, se obtiene una visión de la gran cúpula sobre el contorno posterior del templo.

Afuera, agobiado por el calor del mediodía, el corazón empezó a latirme con una nueva y descompensada fuerza.

Ya en la sombra, cuento el bombeo de la sangre y observo la inmensa ingeniería que soporta la montaña y guarda el templo de Ramsés.

3. Amalia Bautista

Llevo casi mil noches fabulando,

me duele la cabeza, tengo seca

la lengua y agotados los recursos

y la imaginación. Y ni siquiera

sé si me salvaré con mis mentiras.

¿Crees que has acertado? ¡Descúbrelo a continuación y sigue jugando a la poesía todo el año!

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Alegoría de la Poesía. Autores: Raffaello Morghen (printer) and Bernardinus Nocchi (drawer). Fuente: Wikimedia Commons

Respuestas:

1. El descubrimiento de las Cuevas de Altamira en España

2. El templo de Abu Simbel, en Egipto

3. Sherezade, la narradora protagonista de Las mil y una noches

 

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El gran debate

[artículo publicado originalmente el 16 de marzo de 2012 en el extinto blog Lecturas en femenino dependiente de la plataforma Libros.com. Pincha aquí si quieres consultarlo completo]


El 8 de marzo trajo a los titulares impresos y digitales un sinfín de entrevistas a escritoras de lo más variopinto, desde las que comenzaban su andadura literaria hasta las más avezadas exploradoras en este campo. Pues bien: a pesar de ese abanico amplio de experiencia, en esas entrevistas casi invariablemente todas las mujeres han tenido que responder a una cuestión recurrente, tan recurrente y falta de originalidad que ha comenzado a escamarme y a preocuparme por no haberla estimado yo suficientemente interesante para tratarla hasta ahora: ¿existe (oh pregunta trascendental e imprescindible, de respuesta incierta y terrible), EXISTE, repito, la LITERATURA FEMENINA? ¿Cómo he podido vivir sin reparar en una cuestión tan importante e insondable, una cuestión a la que todas las escritoras deben hacer frente? ¡Oh, indigna de mí, que flotaba ligera en el descreimiento! Pues bien: hoy os traigo la respuesta a ese enigma universal que trasciende lenguas y fronteras:

¿Existe la LITERATURA FEMENINA? Aquí está mi respuesta, alta y valiente: SÍ, EXISTE, por supuesto, y es SUPERIOR a la LITERATURA MASCULINA.

Bueno, si no os habéis indignado al leer lo anterior, deberíais hacerlo: la literatura no admite todas las etiquetas que le pongamos: por ejemplo, no admite la etiqueta de «femenina» lo mismo que no admite la de «masculina». Y, si las admitiera, habría que admitir que naturalmente tanto los hombres como las mujeres podrían escribir literatura de uno u otro tipo, dado que nuestra creatividad, nuestra capacidad de ir más allá de una misma o de uno mismo, de trascendernos, está por encima de nuestro género, está en lo que nos hace ser humanas y humanos, y algo así parecen intentar hacerle comprender nuestras escritoras a quien les pregunta, que la cuestión carece de sentido ya que lo fundamental es el contenido y no «la mano que mueve la pluma» (parafraseando un conocido título de película).

Pero ¿qué responden exactamente nuestras escritoras cuando llega la inevitable pregunta (el gran debate) acerca de si existe la literatura femenina (o similar)? (debate que no surge, por cierto, ni en masculino ni en femenino cuando el escritor entrevistado es varón). Veamos algunas opiniones:

ANA MARÍA MATUTE: A lo mejor la mujer tiene una mirada diferente, pero no acabo de ver muy claro ese asunto, porque también la literatura es una, me da igual que esté escrita por un hombre que por una mujer. Hay libros buenos y libros malos, punto. Lo cierto es que buenos libros escritos por mujeres no faltan. [ver aquí]

LAURA FREIXAS: Si, creo que existe una literatura femenina o de mujeres con características propias, aunque está desvalorizada como todo lo femenino. (…) Pero las características históricas propias de la literatura femenina se diluyen a medida que hay más mujeres que escriben. (…) y ahora sé de dónde viene esa sensación vaga de incomodidad que tenemos todas cuando nos hablan de literatura de mujeres. Tengo muchos ejemplos concretos sacados de los periódicos con nombre y apellidos de críticas o columnas de opinión en las que se dice explícitamente que lo que es femenino no puede ser universal, que la literatura de mujeres no es gran literatura o literatura de verdad. [ver aquí (1) y aquí (2)]

MARÍA VICTORIA ATENCIA: Lo de la literatura masculina o femenina es una tontería. El poeta es poeta independientemente de que sea hombre o mujer. Es igual. [ver aquí]

CARMEN POSADAS: Se puede afirmar tanto que existe como que no. (…) Yo creo que los hombres y las mujeres pueden escribir igual de bien, pero también es cierto que todo influye a la hora de escribir: tu edad, tu religión, tu raza… y también tu sexo. (…) Yo no hago bandera de ser mujer, no hago una literatura femenina, ni feminista, pero que mi visión es la de una mujer, eso es algo evidente. (…) No intento hacer una novela femenina y creo, como decía Virginia Woolf, que hasta que empezaron a escribir las mujeres, todos los personajes de la literatura, Madame Bovary o Helena de Troya o Lady Macbeth, en realidad no eran mujeres, sino hombres travestidos. (…) No hay literatura femenina y masculina, lo que hay son temas masculinos y femeninos. [ver aquí (1) y aquí (2)]

ROSA MONTERO: [pregunta: Leí que te opones a hablar de una categoría de literatura feminista…] No sólo feminista sino también a la llamada literatura femenina. No hay una literatura femenina como no hay una literatura masculina. Es imposible adjetivar así. [ver aquí]

ISABEL ALLENDE: Creo que existe una perspectiva que la da el sexo, la edad, la raza y las circunstancias en que uno nace. Todo determina una perspectiva para ver la vida que, naturalmente, determina lo que uno escribe. Pero la literatura misma tiene como única materia prima la palabra, y esa no tiene sexo. A nosotras, como mujeres, no nos conviene segregarnos, porque ya nos segregan bastante, así que no creo necesario establecer un género que se llame literatura femenina. [ver aquí]

Vistas las opiniones, y en general, las escritoras se oponen férreamente a que se hable de una ―literatura femenina‖, pero yo creo que si fuera escritora y en una entrevista tras otra no dejasen de insistirme una y otra vez para que opinase sobre si existe la literatura femenina (algo que no hay constancia que le ocurra a los escritores), llegaría un momento donde el propio aburrimiento me haría ser maleducada y respondería como ya hice unos párrafos más arriba: Sí, existe la literatura femenina: es la que yo escribo y la considero mejor que la masculina. Parece que estén esperando esa respuesta con PAVOR y, la verdad, ¡se lo tendrían merecido! Tal vez nuestras escritoras deberían plantearse cambiar radicalmente sus respuestas ante el «gran debate», ¿no creéis?, aunque no fuera más que para recrearse con la reacción de su interlocutor/a.

Reflexiones al respecto:

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Feministas y escritoras

[artículo publicado originalmente el 9 de marzo de 2012 en el extinto blog Lecturas en femenino dependiente de la plataforma Libros.com. Pincha aquí si quieres consultarlo completo]


Ayer, 8 de marzo, celebramos el Día de la Mujer (o Mujer Trabajadora según versiones).Por ese motivo, queremos rendir homenaje a todas aquellas escritoras que con su vida y/o con su obra lucharon por la dignidad de la mujer. La verdad es que las mujeres escritoras son grandes feministas en general, y no podría ser de otro modo ya que para triunfar en el mundo de la literatura una debe ser capaz de luchar para ser escuchada, y ¿no es esa acaso la esencia (o parte) de la lucha feminista, el que seamos escuchadas y, al cabo, atendidas, en iguales o mejores condiciones (dependiendo de la mujer o teoría feminista en cuestión) que el varón? Sin embargo, ciertas mujeres, aún escribiendo, son feministas en primer lugar (de ahí que en el título de esta entrada el adjetivo «feministas» ocupe la primera posición), con mayor concreción y ahínco que el común de las escritoras, y a ellas va dirigida nuestra entrada actual. Podría decirse que son escritoras casi por casualidad, y que se acercan a la escritura por el deseo de dejar testimonio de su lucha a favor de la mujer.

Es difícil hacer una selección ecuánime, y muchas quedarán fuera, pero entre todas las feministas y escritoras que nos han cautivado destacaremos tres: Simone de Beauvoir, Mary Astell y Virginia Woolf.

Simone de Beauvoir (1908-1986) fue una escritora y filósofa francesa, pareja del también filósofo Jean-Paul Sartre. Su obra «El segundo sexo» (1949) es considerada por algunas personas como la biblia del feminismo.

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Simone de Beauvoir, autora de “El segundo sexo” Autor/a: desconocid@. Fuente: Wikimedia Commons.

Mary Astell (1666-1731), por su parte, escritora y retórica, es considerada la «primera feminista inglesa» y una de las figuras clave en cualquier aproximación histórica al pensamiento femenino sobre la educación de las mujeres por su defensa de la igualdad de oportunidades con los varones manifestada en su obra «Una propuesta seria para las damas, en beneficio de sus verdaderos y más altos intereses. Por una amante de su sexo» (1694).

Virginia Woolf (1882-1941), finalmente, fue una escritora y editora inglesa. Su largo ensayo «Un cuarto propio» -o «Una habitación propia«- (1929) fue redescubierto en 1970 convirtiéndose en un texto de referencia para los movimientos feministas.

–> Además, en Maleducadas: Quién lee a Virginia Woolf: el debate de «Una habitación propia».

Más allá de esta tríada excepcional, la corriente feminista, amplificada en el mundo desde finales del siglo XIX y principios del XX gracias, entre otras razones, al auge imparable del movimiento sufragista anglosajón, que reivindicó el derecho a voto de la mujer, se extiende hoy día a lo ancho y largo del planeta. Como ejemplo, adjuntamos un listado de escritoras feministas de ayer y hoy de todos los continentes (o casi) clasificadas por ámbito geográfico:

  1. Península ibérica:
  1. Mundo anglosajón:
  1. Otros países:

Para saber más sobre feminismo y sufragismo:

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¿Escribes o trabajas?

[artículo publicado originalmente el 2 de marzo de 2012 en el extinto blog Lecturas en femenino dependiente de la plataforma Libros.com. Pincha aquí si quieres consultarlo completo]


A veces me he preguntado cómo harán todas esas escritoras anónimas a las que la fortuna de ver vista su obra publicada, premiada, vendida o ensalzada no les ha sonreído todavía. Está claro que todo el mundo tiene que buscar sus habichuelas, y aun cuando arda en sus frentes la fiebre de la inspiración deben tomarse un antipirético cualquiera mientras no llegue el momento de desatar 24 horas al día su genio sobre el papel (o la pantalla), y siguen soñando con el instante en que puedan permitirse el lujo de hacer de su vocación oficio.

Por supuesto, incluso escritoras reconocidas deben seguir manteniendo un empleo al margen de la escritura para ganarse la vida, y son muy pocas las que se dedican exclusivamente a escribir, aunque la mayoría de las escritoras pluriempleadas (por así decirlo) ejercen profesiones ligadas en cierta medida con las letras, como la enseñanza o el periodismo.

Con esa idea en la mente, he tropezado en internet con el libro Trabajos forzados: los otros oficios de los escritores, una curiosa guía que recoge precisamente los ―otros‖ trabajos que famosos escritores han tenido o han querido desenvolver, y muchos de ellos son realmente interesantes, como Jack London, reputado cazador de ballenas además de famoso escritor. El inconveniente es que, no teniendo el citado libro sobre la mesa, y pudiendo husmear solamente las sinopsis y reseñas que he leído por internet, no se cita más que a una única mujer: la irreverente Colette, feliz propietaria de un salón de belleza.

¿Es que no hay entre mis congéneres, me pregunto, exceptuando a Colette, quienes hayan mantenido su vida por obra y gracia de un segundo empleo? ¿O quienes hayan alcanzado lo bajo o lo alto del escalafón laboral en otras artes? ¿Quiénes han desarrollado una segunda faceta por necesidad o simple afición? ¿Las escritoras, en general, no pueden protagonizar una guía sobre curiosidades extra-literarias, no se salen del guión establecido? Así que me he puesto manos a la obra y he investigado el tema, y aquí os traigo los resultados de mi pequeño estudio, encontrándome con estas otras tareas realizadas por conocidas (y no tan conocidas) escritoras:

¿Cuál de estas ocupaciones os ha llamado más la atención? De entre los listados, ¿qué oficio no hubierais aceptado vosotr@s, de ser virtuos@s de la literatura, para manteneros y sacar tiempo para escribir simultáneamente?

Referencias:

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No bico un cantar: día de Rosalía

[artículo publicado originalmente el 24 de febrero de 2012 en el extinto blog Lecturas en femenino dependiente de la plataforma Libros.com. Pincha aquí si quieres consultarlo completo]


Decía Curros Enríquez que Rosalía de Castro llevaba «no bico un cantar» (un cantar en los labios). Y ese cantar llega hasta nosotr@s con toda su luminosa sonoridad: hoy se conmemora el 175 aniversario del nacimiento de Rosalía de Castro [2012] (y en Maleducadas lo recordamos a través de todos nuestros espacios activos). Por ese motivo, se han organizado diversas iniciativas, entre otras un concurso de “haikus” al estilo japonés dedicados a la poeta de Galicia por antonomasia. Sin embargo, la iniciativa que ha cobrado más relevancia ha surgido del seno de la Asociación de Escritoras e Escritores en Lingua Galega: su propuesta invita a convertir el 24 de febrero en el Día de Rosalía, donde, al estilo del Sant Jordi catalán, se regalen libros (en gallego) y flores.

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Fuente: Asociación de Escritoras/es en Lingua Galega

Mucho se ha hablado sobre Rosalía de Castro, pero al final, como ocurre siempre con las grandes escritoras, lo que se hable es una nimiedad en comparación con lo que ellas han escrito. La moraleja es que lo que vamos a contar aquí no servirá de nada si al final no conseguimos que abráis la página de ese libro y leáis lo que cuenta, lo que canta y lo que grita Rosalía. ¿Qué tal si os acercamos un poquito a su vida a ver si picamos vuestra curiosidad?

Rosalía de Castro nace en Santiago de Compostela el 24 de febrero de 1837, y de todos es sabido sus orígenes escandalosos para la época, ya que era hija de una mujer de ascendencia hidalga y de un sacerdote, así que en el registro de nacimiento figura como «hija de padres incógnitos». En los primeros tiempos fue criada por sus tías paternas en Ortoño (Ames), y por fin, siendo todavía una niña (de 5 años), su madre se hace cargo de ella y van a vivir juntas a Padrón. A pesar de haber ido a vivir con ella varios años después de nacer, Rosalía guarda un profundo cariño hacia su madre, que dejará un gran vacío en ella tras su muerte (cuando Rosalía ya estaba casada) y a la que consideraba valiente por enfrentarse a la sociedad para poder estar con su hija tras el engaño del varón (y sacerdote, para más inri). No parece caber duda sobre que estos hechos la marcaron como un estigma o cicatriz vital imborrable y tuvieron eco en el desarrollo de su personalidad y de su obra.

El 10 de octubre de 1958, Rosalía de Castro contrae matrimonio con Manuel Murguía. Poco se sabe con certeza de la relación amorosa que ambos mantuvieron, y suponemos que sería de luces y sombras, en parte porque el propio Murguía destruyó la correspondencia de su mujer tras la muerte de ésta (de ahí que hablemos de suposiciones). Sí es verdad que, con sus más y sus menos, su marido fue un gran apoyo para Rosalía y su trabajo literario.

Fruto del matrimonio nacieron siete hijos, de los cuales uno falleció antes de que lo hiciera su madre, con apenas un año de vida, a causa de un accidente, otra pena que habría de clavarse en su corazón.

El 15 de julio de 1885, desde su cama sintió llegar a la dama negra y pidió a su hija Alejandra, que la acompañaba, lo que parecía imposible desde aquel dormitorio: «Abre esa ventana, que quiero ver el mar«. Luego, expiró, para reposar al fin en la anchura de ese mar donde desemboca la vida y que buscaba con la mirada desde su lecho.

Empapada de su tierra y de sus gentes tanto como de sus circunstancias personales, Rosalía aportó su aguda visión sobre todo lo que la rodeaba y conmovía, y permanece vibrante todavía en su obra, de la que os presentamos un listado de sus títulos más conocidos. Escucha a Rosalía: léela:

  1. La flor. 1857 [castellano]
  2. Cantares gallegos. 1863 [galego]
  3. A mi madre. 1863 [castellano]
  4. El caballero de las botas azules. 1867 [castellano]
  5. Follas novas. 1880 [galego]
  6. En las orillas del Sar. 1884 [castellano]

Referencias:

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